Por Fabiola Espinoza Carmona, especialista en infraestructura subterránea y movilidad
“Todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro”
La Peste Albert Camus.
En el Perú, la cuarentena decretada ante la expansión del virus covid-19 se inició el 16 de marzo con 86 casos confirmados y ningún fallecido, un mes después contamos con 16,325 casos confirmados y 445 fallecidos. A la fecha, y por como se viene ampliando la cuarentena, no tenemos ninguna certeza de cuándo podremos volver a reunirnos y darnos un abrazo.
Se anuncia un desconfinamiento gradual a partir el 10 de mayo, pero mientras no exista una vacuna o un tratamiento adecuado vamos a tener que aprender a vivir con el virus, cambiando profundamente nuestra rutina y forma de socializar, y por ende, nuestra forma de vivir en la ciudad.
En estas circunstancias, y ante la imposibilidad de desplazarnos como antes, los casi 10 millones de limeños nos hemos visto obligados a volver a mirar a nuestros barrios como la fuente principal de servicios y afectos, redescubriendo a las bodegas, verdulerías y almacenes, y reencontrándonos con nuestros vecinos.
Lamentablemente, para muchos de nosotros nuestros barrios han perdido esa escala humana y diversidad de usos que hoy necesitamos para subsistir, producto de la falta de planificación integrada de nuestra ciudad. Ello nos ha llevado a ver como se han transformado casas en edificios, o terrenos rústicos en urbanizaciones, sin que se incrementen los servicios urbanos en similar proporción.
Es decir, el crecimiento en el número de vecinos no ha ido de la mano con un incremento en la capacidad de servicio de la red de electricidad, agua y desagüe; así como del sistema vial, oferta de transporte público, áreas verdes, comercios de barrio, servicios de educación, salud, entre otros.
Esto se agudiza debido a que el tipo de producto inmobiliario que mayormente se comercializa en nuestra ciudad se enfoca exclusivamente en la oferta de viviendas, estimulado por una política nacional que considera que el problema de la vivienda se resuelve dando títulos, construyendo casas y departamentos; y no mediante la construcción integral de la ciudad.
Hoy vivimos ese error, pues tenemos a grupos importantes de personas desconectadas de los centros urbanos próximos, sin poder resolver necesidades básicas como comprar el pan.
En respuesta a ello, algunos grupos de limeños han tenido diversas iniciativas, pensadas desde la empatía y solidaridad, destacándose dos tipos: i) llegar a las personas más vulnerables, que no tienen acceso a comercios y servicios, mediante redes de asociaciones, grupos vecinales, etc., ii) conectar a las personas con pequeños productores agrícolas o a emprendimientos del sector gastronómico, a través de servicios de envío a domicilio.
El gran esfuerzo de estos héroes y heroínas debiera ser potenciada por nuestros alcaldes, que existen como autoridades justamente para organizar y territorializar el bienestar y riqueza que se genera en nuestras ciudades, y son quienes debieran conocer las fortalezas y las necesidades de sus vecinos, sobre todo de los más vulnerables. Ellos tienen el deber y la capacidad de organizar y multiplicar el impacto positivo de estas cadenas solidarias.
El mundo nos está mostrando los enormes beneficios de escalar y sistematizar este tipo de acciones, como por ejemplo el caso de la ciudad de Seúl, en la cual el gobierno metropolitano ha lanzado un concurso en línea llamado “Global Contest for Content Related to Support for Overcoming COVID-10”, para seleccionar y premiar iniciativas que surgieron durante la pandemia.
En la ciudad de Bogotá, la alcaldesa Claudia Lopez ha lanzado el programa #BogotaSolidariaEnCasa. Esta medida busca ayudar a 500 mil familias vulnerables asegurándoles la comida y el techo, es decir, evitar las expulsiones y garantizar la alimentación durante el aislamiento social obligatorio.
En Lima existen grupos que están intentando organizar los ya mencionados proyectos solidarios, como por ejemplo Mapa.19.pe o el grupo Facebook “Cadena de Favores”. Ambas iniciativas tienen por objetivo localizar a familias vulnerables, y conectarles con emprendimientos solidarios. Imagínense cómo podrían multiplicar su capacidad de ayuda si contasen con el soporte político y la escala territorial de los municipios.
Como vemos, el reto y la responsabilidad es muy grande, y es ahora cuando nuestros alcaldes, sobre todo los distritales, deben hacer valer su rol de líderes y representantes de sus vecinos, resolviendo de forma inmediata la asistencia a los más necesitados, acompañando y conectando a sus emprendedores y productores, y revisando de forma integral el desarrollo de sus distritos, con el objetivo de recuperar la escala barrial y la diversidad de usos que hacen humanas a nuestras ciudades.
http://english.seoul.go.kr/global-contest-for-content-related-to-support/
Grupo Cadenas de Favores https://www.facebook.com/groups/1306216582908473/
Fuente de la imagen: www.clarin.com