Por Karina Rengifo Mesía, arquitecta
Tarapoto es una ciudad de la selva del Perú que afronta, quizás, su momento histórico más difícil; la pandemia ha desnudado la realidad en la que se encuentra nuestro sistema sanitario, y no ha permitido que toda la población afectada por el COVID-19 y otras enfermedades sean atendidas de manera oportuna.
A la fecha, Tarapoto, con 2932 personas infectadas, se encuentra en el primer lugar de casos confirmados con COVID-19 de la Región San Martín, seguida por Moyobamba, con 1638 infectados. El momento más crítico se dio con la pérdida de dos neonatos por falta de oxígeno medicinal, según trascendió en los informes que tuvieron una cobertura más allá del ámbito nacional.
La vocación turística y comercial de la ciudad, con una población joven y emprendedora, se vio fuertemente afectada por la implementación de la cuarentena, que paulatinamente se ha ido reactivando a través de las redes sociales y en menor medida con la reapertura de los establecimientos comerciales. Aun así, el impacto sigue siendo importante, sobre todo por la imposibilidad de recibir turismo nacional e internacional. Ello ha afectado la economía de los ciudadanos, llevando a muchas familias a situaciones de vulnerabilidad y pobreza sin la posibilidad de recibir la asistencia del Estado.
Si bien la pandemia era impredecible, la ciudad pudo haber estado mejor preparada para enfrentarla. Venimos años intentando implementar un Plan de Desarrollo que organice el crecimiento urbano en equivalencia con áreas verdes y recreativas y equipamientos que garanticen el bienestar de la población, y que estimule el desarrollo económico y turístico.
“Si bien la pandemia era impredecible, la ciudad pudo haber estado mejor preparada para enfrentarla. Venimos años intentando implementar un Plan de Desarrollo que organice el crecimiento urbano en equivalencia con áreas verdes y recreativas y equipamientos que garanticen el bienestar de la población, y que estimule el desarrollo económico y turístico.”
Con algunos de esos objetivos, en el Plan de Desarrollo Urbano 2011-2021 se plantearon una serie de proyectos estratégicos, varios de éstos a la fecha no han sido ejecutados. Uno de los aspectos más críticos es el déficit de áreas verdes y equipamientos urbanos, que el primer caso en el primer caso apenas superan el 10% de lo requerido.
Un aspecto crítico es el estado de las vías en la ciudad. Sólo el 30,7% se encuentran asfaltadas, situación que se vuelve crítica en época de lluvia, imposibilitando un adecuado desplazamiento, y poniendo en evidente riesgo la vida y seguridad de los vecinos. En el aspecto ambiental, la ciudad no cuenta con planta de tratamiento de aguas residuales, por lo que todas las aguas residuales desembocan en los ríos Cumbaza y Shilcayo, contaminándolos y afectando la salud de los ciudadanos.
«En el aspecto ambiental, la ciudad no cuenta con planta de tratamiento de aguas residuales, por lo que todas las aguas residuales desembocan en los ríos Cumbaza y Shilcayo, contaminándolos y afectando la salud de los ciudadanos.»
Otro tema importante a ser abordado es el reconocimiento de nuestro patrimonio arquitectónico. A pesar de contar con edificaciones que destacan por sus características constructivas propias de nuestra cultura, estas no han sido catalogadas, y por ello no se pueden activar mecanismos que permitan orientar su preservación y reconocimiento.
Con todas estas deficiencias, nuestras autoridades han decidido desarrollar un nuevo Plan de Desarrollo Urbano. De alguna manera aportan con soluciones para los temas ya tratados, sin embargo, no rescata las fortalezas y costumbres de los ciudadanos oriundos, así como su contribución en el desarrollo económico. Ante ello es importante destacar que, en esta particular coyuntura, los colectivos y la sociedad civil en general han demostrado su espíritu solidario ante las personas más afectadas económicamente y en salud, lo que debiera ser digno de reconocimiento.
«Con todas estas deficiencias, nuestras autoridades han decidido desarrollar un nuevo Plan de Desarrollo Urbano. De alguna manera aportan con soluciones para los temas ya tratados, sin embargo, no rescata las fortalezas y costumbres de los ciudadanos oriundos, así como su contribución en el desarrollo económico.»
En resumen, se hace urgente revisar el Plan de Desarrollo Urbano en proceso de aprobación, valorando y enfocando su análisis en la cultura y actividades económicas de los ciudadanos, proponiendo propuestas claras que permitan la reducción de la brecha en equipamientos de salud, educación y cultura, la generación de nuevas áreas verdes y recreativas, y la valoración y catalogación de nuestro patrimonio arquitectónico. Sobre todo, debemos aprender de los errores del plan anterior, ya sea del mismo documento o de su implementación, y proponer estrategias claras y posibles que permitan la implementación de las obras que la ciudad necesita.
«Sobre todo, debemos aprender de los errores del plan anterior, ya sea del mismo documento o de su implementación, y proponer estrategias claras y posibles que permitan la implementación de las obras que la ciudad necesita.»
Créditos de la imagen: Ramiro Solsol