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LAS CALLES DE ANTES SIGUEN SIENDO LAS MISMAS

Por Melissa Torres Samamé, arquitecta

“El cuidado de la vida urbana y de las personas en el espacio público debe jugar un rol central a la hora de planificar ciudades” (Gehl, 2014), dado que es aquel lugar donde nos reconocemos los unos a los otros, donde nos encontramos y con el que nos identificamos.

En Chiclayo, andar a pie continúa siendo una batalla diaria. Caminar por aceras estrechas, en algunos casos de menos de un metro, plagadas de postes y objetos, rotas o sin sombra es algo habitual. Ni hablemos de inclusión o seguridad, muy pocos cruces tienen rampas para peatones, y no existen en la ciudad semáforos para invidentes y baldosas podotáctiles para guiar su paso. Además, en una ciudad con alta actividad comercial, estos espacios son frecuentemente ocupados por el comercio ambulatorio, que incluso llega a tomar parte de las calles como “ampliación” de los mercados o galerías comerciales. Aquí todos nos acomodamos a la realidad que nos toca vivir, cumpliendo las normas en la medida que nos lo exigen, como ya hemos visto en la presente emergencia sanitaria.

Pero esta idiosincrasia no está funcionando para sobrellevar la pandemia. El estudio realizado por la Gerencia de Salud y el Ministerio de Salud (MINSA) registró que el 29,8% de la población está contagiada en la región de Lambayeque[1]. Entonces, ¿cómo evitamos que ese porcentaje siga creciendo en una ciudad que tiene más del 70% de la PEA trabajando en la informalidad? Es decir, desplazándose y trabajando en las calles, donde como ya hemos expuesto no hay casi espacios para caminar.

“(…) el 29,8% de la población está contagiada en la región de Lambayeque. Entonces, ¿cómo evitamos que ese porcentaje siga creciendo en una ciudad que tiene más del 70% de la PEA trabajando en la informalidad?”

Esta realidad es un tema que las municipalidades pareciera que no ven. No se conocen iniciativas o proyectos que planteen el rediseño de las calles para incrementar el tamaño de las veredas, y así poder garantizar el distanciamiento físico entre peatones. Es más, el único proyecto conocido es el de Peatonalización del Centro Histórico propuesto en el PDU 2011-2016[2], que como ya imaginarán no fue implementado.

En ciudades como Nueva York, Barcelona, Buenos Aires y Santiago de Chile se han ampliado temporalmente las veredas sobre el espacio de los autos, incluso generando nuevos espacios para que los comercios locales puedan colocar mesas y espacios de venta. En Lima, la Municipalidad Distrital de San Borja y PROLIMA han adoptado una política similar.

Pero si recurrimos al Reglamento Nacional de Edificaciones (RNE)[3], documento nacional que rige los estándares mínimos para el diseño de las vías, para el rediseño de nuestras vías, nos daríamos con la triste sorpresa que más del 70% del espacio debiéramos destinarlo al vehículo motorizado (estacionamientos y calzadas), acotando el espacio para las personas a módulos de 60 centímetros. Es evidente que estos estándares están desactualizados, y que requieren revisarse de forma urgente para incentivar la modificación del diseño de nuestras calles en favor de las personas y sistemas de movilidad no motorizados.

«Si recurrimos al Reglamento Nacional de Edificaciones (RNE)[3], documento nacional que rige los estándares mínimos para el diseño de las vías, para el rediseño de nuestras vías, nos daríamos con la triste sorpresa que más del 70% del espacio debiéramos destinarlo al vehículo motorizado (estacionamientos y calzadas), acotando el espacio para las personas a módulos de 60 centímetros.»

En la encuesta ¿cómo volveremos a circular en Chiclayo? de la iniciativa ciudadana CIX Data, un 36,5% de los encuestados indicaron que optarían por movilizarse a pie y un 35,4% pasarían a usar la bicicleta al término de la cuarentena[4], lo que equivale llevarnos a pensar que la modificación del diseño de las calles debiera ser una acción definitiva, y no sólo durante la pandemia.

“En la encuesta ¿cómo volveremos a circular en Chiclayo? de la iniciativa ciudadana CIX Data, un 36,5% de los encuestados indicaron que optarían por movilizarse a pie y un 35,4% pasarían a usar la bicicleta al término de la cuarentena”

No sabemos hasta cuándo tengamos que vivir con las restricciones que nos genera esta crisis sanitaria, pero sí está claro que cambiar el enfoque en la planificación y diseño de nuestros espacios públicos es una urgencia por atender de forma inmediata, y conseguir usar esta particular coyuntura como una oportunidad para acelerar los procesos que ya se vienen dando desde hace años, de manera informal y poniendo en riesgo la vida de las personas.

 

 

Referencias:

Gehl, J. (2014). “Ciudades para la gente”. Buenos Aires, Argentina. Ediciones Infinito.

[1] Lambayeque, primero en el mundo en prevalencia de Covid-19. Recopilado: https://larepublica.pe/sociedad/2020/07/20/lambayeque-primero-en-el-mundo-en-prevalencia-de-covid-19-lrnd/

[2] Plan de Desarrollo Urbano 2011-2016 de Chiclayo Metropolitano. Recopilado: https://www.munichiclayo.gob.pe/index.php?tipo=doc&docT=Ficha%20de%20Centro%20Hist%C3%B3rico&docR=Documentos/1d93f5_FICHA%20DE%20CENTRO%20HIST%C3%93RICO.pdf

[3] Reglamento Nacional de Edificaciones. (2016). Norma GH. 020, Capítulo II: Diseño de vías. Recopilado: http://www3.vivienda.gob.pe/dnc/archivos/Estudios_Normalizacion/Normalizacion/normas/NORMA_GH.020_COMPOENENTES_DE_DISENO_URBANO.pdf

[4] Encuesta ciudadana ¿cómo volveremos a circular en Chiclayo? Recopilado: https://www.facebook.com/cixdata/

 

Fotografía: José Martín Rodríguez

2 thoughts on “LAS CALLES DE ANTES SIGUEN SIENDO LAS MISMAS

  1. De acuerdo con Usted apreciada Colega, el asunto, es humanizar la ciudad y ello significa, reivindicar la ciudad para los ciudadanos de a pié; cuando se habla de movilidad, la prioridad es el peatón y esa tendencia, se debe evidenciar en las nuevas apuestas de diseño urbano además, de priorizar los sistemas alternativos amigables con le medio ambiente como la bicicleta, los cables aéreos, tranvías y por supuesto, un transporte público eficiente que cumpla con los protocolos de bioseguridad.

    De otra parte, debería ser materia de política pública, evitar a toda costa la expansión de la ciudad hacia suelos poco aptos para la urbanización; esa política pública, debe primar sobre los intereses de los desarrollistas inmobiliarios quienes en últimas, están abusando de la ciudad sin que medie ningún control.

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