Por Aldo Facho Dede, arquitecto urbanista.
A falta de noticias preocupantes, el Congreso de la República acaba de aprobar la creación de un nuevo distrito para Lima Metropolitana, el de Huaycán, que se escinde del de Ate Vitarte; y el candidato a la presidencia de la República, Sr. Pedro Castillo, ha prometido crear la Municipalidad Provincial de San Juan de Lurigancho de ganar la contienda. Lo que llama especialmente la atención del primer caso es que haya sido planteado por el Ejecutivo, desde donde se viene promoviendo la Ley de Desarrollo Urbano Sostenible, propuesta por el Ministerio de Vivienda; y dos proyectos de Ley propuestos por el Congresista Olivares orientados al desarrollo sostenible y a la creación de vivienda de interés social. La fragmentación política atenta contra la implementación de estos proyectos.
Adicionalmente, el año pasado la Municipalidad Metropolitana de Lima alcanzó un proyecto de Ley al Congreso en el que proponía un nuevo modelo organizativo, agrupando los actuales 43 distritos en 5 Unidades Territoriales. Ello con la finalidad de mejorar la gobernanza, planificación y ejecución de obras públicas de escala metropolitana. La creación de este nuevo distrito estaría yendo en contra de la visión de la actual gestión metropolitana, y de diversos especialistas en la materia, que se han pronunciado sistemáticamente en contra de la creación de nuevos distritos como solución a problemas estructurales de gobernanza. Ni decir lo nefasto que sería crear una nueva provincia, con competencias equivalentes a Lima Metropolitana y el Callao.
El año pasado la Municipalidad Metropolitana de Lima alcanzó un proyecto de Ley al Congreso en el que proponía un nuevo modelo organizativo, agrupando los actuales 43 distritos en 5 Unidades Territoriales. La creación del nuevo distrito de Huaycán estaría yendo en contra de la visión de la actual gestión metropolitana, ni decir lo nefasto que sería crear una nueva provincia, con competencias equivalentes a Lima Metropolitana y el Callao.
La justificación es siempre la misma, los vecinos creen, o les hacen creer, que si se crea un nuevo distrito sus necesidades serán mejor atendidas, y habrá recursos para poder ejecutar las obras anheladas. La realidad es otra, los recursos para los distritos no se multiplican con la creación de nuevos, se fragmentan, como las capacidades para poder gobernar de forma eficiente el territorio. Además, los escasos recursos suelen estar relacionados con la informalidad de las urbanizaciones, la alta morosidad de los vecinos, y la falta de instrumentos que permitan mejorar la atención y cobro de arbitrios. Esto de lejos no se resuelve con la fragmentación de la demarcación política, todo lo contrario, se agudiza.
La justificación es siempre la misma, los vecinos creen, o les hacen creer, que si se crea un nuevo distrito sus necesidades serán mejor atendidas, y habrá recursos para poder ejecutar las obras anheladas. La realidad es otra, los recursos para los distritos no se multiplican con la creación de nuevos, se fragmentan, como las capacidades para poder gobernar de forma eficiente el territorio.
El panorama se puede complicar más, la escasez de recursos no permitirá contratar el suficiente número de funcionarios y profesionales calificados, afectando la capacidad de gestión y la atención a los vecinos. Ello podría incentivar más aún la informalidad, y la opacidad en la toma de decisiones. Podríamos decir que la creación de nuevos distritos o provincias es una muy buena noticia para quienes buscan aprovecharse de las debilidades del Estado, y operar al margen de la ley.
La creación de nuevos distritos o provincias podría incentivar más aún la informalidad, y la opacidad en la toma de decisiones. Podríamos decir que es una muy buena noticia para quienes buscan aprovecharse de las debilidades del Estado, y operar al margen de la ley.
Para poder plantear soluciones estructurales, deberíamos preguntarnos cuales son los problemas de fondo que se buscan resolver. De base podemos mencionar tres, el primero es justamente la fragmentación política, que debilita la capacidad administrativa de los distritos, impactando en la gestión del suelo y en la ejecución de la obra pública. El segundo son las carencias estructurales de nuestros barrios: agua, desagüe, vías, parques, entre otros. Crear un nuevo distrito o una provincia no va a resolverlas, pues se verá como una oportunidad para incrementar el área urbana, muy probablemente de forma ilegal, incrementando esas brechas. Los distritos se deben a sus vecinos, y los políticos necesitan vecinos que les voten, siendo la promesa del lote o la formalización una herramienta populista de larga data.
Crear un nuevo distrito o una provincia se verá como una oportunidad para incrementar el área urbana, muy probablemente de forma ilegal, incrementando esas brechas. Los distritos se deben a sus vecinos, y los políticos necesitan vecinos que les voten, siendo la promesa del lote o la formalización una herramienta populista de larga data.
Finalmente, el tercero es la desigual distribución de la riqueza urbana en las ciudades, principalmente porque las zonas de mayor valor comercial están ubicadas en unos pocos distritos. Sólo hace falta comparar los ingresos anuales de municipalidades como la de San Isidro con la de San Juan de Lurigancho, y dividirlos entre su población. Evidentemente no hay una relación lógica, y es que cerca del 80% de los ingresos de la primera vienen de sus centralidades comerciales y empresariales, que sirven y se sirven de la metrópoli.
Como vemos, tenemos grandes retos que abordar, y ninguno tiene que ver con crear nuevos distritos o provincias. En vez de seguir promulgando leyes populistas, debiéramos aprovechar el interés de la Municipalidad de Lima de fortalecer las mancomunidades distritales, sumándoles capacidades y recursos para poder gestionar las obras que la ciudad necesita. Asimismo, debiéramos discutir y aprobar la Ley de Desarrollo Urbano Sostenible y retomar la discusión de la Ley de Capitalidad de la República, que permitirá incrementar la capacidad de gestión e inversión de Lima Metropolitana.
En vez de seguir promulgando leyes populistas, debiéramos aprovechar el interés de la Municipalidad de Lima de fortalecer las mancomunidades distritales, sumándoles capacidades y recursos para poder gestionar las obras que la ciudad necesita.
Quedan pocas semanas para el fin de este gobierno, pero ello no debe significar que renunciemos a discutir temas estructurales que incidirán directamente en el bienestar integral de las y los peruanos.
Es lo que sucedió en el distrito de San Martin de Porres. Se juntaron un grupo de vecinos y decidieron separarse argumentando que San Martin de Porres era muy grande y su zona estaba abandonada y se gastaban todo el dinero que recaudaban en gestionar la zona de Caqueta. Formaron un nuevo distrito y lo llamaron pomposamente:»Los Olivos». Hicieron sucesivas marchas al Congreso hasta que lograron su objetivo. Luego de muchos años, si bien es cierto que lograron mejorar la zona en titulacion, servicios y zonificación, con el tiempo empezaron los problemas. Como eran pocos, cada año subian los arbitrios, el impuesto predial y la cuota por serenazgo. Cada año la zona se fue tugurizando con pequeños negocios que se multiplicaban y empezaron a florecer los hoteles y discotecas con los respectivos problemas que estos generan. Al final van a terminar como Caquetá.
Gracias Juan Carlos por tus comentarios. Es como dices, hemos recibido diversos aportes muy similares al tuyo, que demuestran que la fragmentación política, vía creación de nuevos distritos, termina agravando los problemas. Más cuando las zonas que se separan tienen problemas estructurales de déficit de equipamientos y servicios.
Saludos.
Aldo Facho Dede, editor principal.
Saludos:
Ademas, para agregar que se creó el problema limítrofe entre SMP e Independencia por error en la redacción de la ley de Los Olivos, al «ampliar» el limite este a Comas e Independencia cuando ambos no estaban involucrados, al delimitar se dice de que calle a calle o avenida limita y no a secas.
Problema sin solución.
Estimado Jorge, el problema que mencionas es claro, esa falta de precisión en la limitación de los distritos genera enormes problemas de gobierno que se terminan impactando de forma negativa en la calidad de vida de los vecinos involucrados. Se puede resolver, de hecho, lo debería resolver el IMP, pero el tema es que los distritos quieran aceptar una reducción en sus expectativas originales. Eso ya pasó con San Isidro y Magdalena.
Saludos.
Aldo Facho Dede.
La creación de nuevos distritos, sobre todo los que están ubicados en las periferia de las ciudades y concentran asentamientos informales con un gran déficit de equipamientos urbanos y servicios básicos, que permitan brindar calidad de vida a la población que vive en ellos, sin un modelo territorial y planificación de proyectos con la visión de desarrollo, se sigue generando ciudades con forma de mancha urbana; y es una contradicción que las propuestas populistas adquieran respaldo de los ministerios cuando se viene insistiendo en que necesitamos instrumentos de planificación para ciudades sostenibles, lo que va por una integración transversal territorio-economía-recursos-población. Las municipalidades con leyes que han disminuido sus ingresos por el tema de la simplificación administrativa, atraviesan problemas de organización y ejecución de gasto, por mencionar uno de ellos porque existen otros tantos de orden administrativa, capacidades y recursos, a parte de la corrupción enquistada; crear más burocracia con nuevas municipalidades no soluciona el problema de fondo.
Gracias Genny por tus comentarios. Apreciamos mucho tu opinión, dado que conocemos tu experiencia en la administración pública asociada a la planificación urbana.
Saludos.
Aldo