Por Aldo Facho Dede, arquitecto urbanista
21/09/2022
Estamos en la recta final de las elecciones municipales, y de la mayoría de los candidatos sólo oímos promesas que no podrán cumplir, porque están fuera de sus competencias o porque superan largamente la capacidad económica o de gestión de las municipalidades. Esto no sólo es penoso, sino que demuestra, en el mejor de los casos, la poca importancia que les representa el cargo. Las municipalidades cumplen un rol esencial en el desarrollo de las personas, pues son las encargadas de gestionar el mejor bienestar de sus vecinos ante los niveles superiores de gobierno, ayudando a implementar las políticas nacionales, y administrando el territorio de manera adecuada y sostenible. Es por ello que, entre otras responsabilidades, tienen como competencia exclusiva la administración y gestión del suelo y de los espacios públicos.
“Las municipalidades cumplen un rol esencial en el desarrollo de las personas, pues son las encargadas de gestionar el mejor bienestar de sus vecinos ante los niveles superiores de gobierno, ayudando a implementar las políticas nacionales, y administrando el territorio de manera adecuada y sostenible. Lamentablemente, esto no viene sucediendo con importantes espacios simbólicos de nuestras ciudades.”
Como ya hemos mencionado en diversos artículos, los espacios públicos son la esencia de la ciudad, pues, por su condición de públicos, permiten la libre socialización, intercambios y tránsito de las personas, y para que ello se concrete es necesario que se mantengan abiertos y disponibles. Lamentablemente, esto no viene sucediendo con importantes espacios simbólicos de nuestras ciudades. Particularmente en Lima, sucede con dos espacios cívicos muy importantes: la Plaza Mayor y la Plaza del Congreso. El primero viene siendo vallado de forma temporal por meses, bajo pretexto de garantizar que las protestas no ingresen a Palacio de Gobierno, y el segundo, tiene décadas enrejado bajo argumentos similares. Esta actitud poco cívica, y que atenta contra nuestros derechos constitucionales, se repite en otros importantes espacios públicos de la ciudad, como es la plazuela de San Francisco, cuya obra de restauración ha sido emprendida por Prolima, contando con todos los permisos y estudios que exige el Ministerio de Cultura, o los parques y calles de algunas urbanizaciones que, bajo el argumento de la inseguridad, son privatizados de facto por algunos vecinos.
“Como ya hemos mencionado en diversos artículos, los espacios públicos son la esencia de la ciudad, pues, por su condición de públicos, permiten la libre socialización, intercambios y tránsito de las personas, y para que ello se concrete es necesario que se mantengan abiertos y disponibles.”
En ese sentido lo que viene sucediendo con la plazuela de San Francisco es muy preocupante, pues el Poder Judicial ha generado un muy mal precedente al aprobar la medida cautelar interpuesta por la Provincia Franciscana de los XII Apóstoles. Con ello se estaría dando cabida a un reclamo que, en el fondo, pretende desconocer la condición de espacio público de la plazuela, y el consiguiente deber de la Municipalidad Metropolitana de Lima de mantenerlo en las mejores condiciones para su uso. Existen en el Perú centeneres de espacios públicos similares asociados a edificios emblemáticos, ¿vamos a renunciar a todos ellos? Es importante mencionar que, según la información proporcionada por Prolima, las rejas fueron colocadas en 1987 como “medida provisional de protección”, por lo que carecerían de valor histórico.
“Con ello se estaría dando cabida a un reclamo que, en el fondo, pretende desconocer la condición de espacio público de la plazuela, y el consiguiente deber de la Municipalidad Metropolitana de Lima de mantenerlo en las mejores condiciones para su uso.”
¿Qué nos queda como sociedad? Exigir con mucha fuerza la apertura inmediata de estos espacios, que las municipalidades nos garanticen su libre uso y tránsito, y exigirles a los candidatos que prioricen su recuperación integral, para lo cual no sólo tienen competencias, sino también recursos dedicados través del cobro de arbitrios. Asimismo, debemos enviar un claro mensaje a las instituciones o agrupaciones de vecinos que pretenden apropiárselos, dejándoles en claro que los espacios públicos son nuestros, y que ningún “uso y costumbre” del pasado anula nuestro derecho.
El mejor lugar para festejar la democracia y el bicentenario de nuestra independencia son los espacios públicos, y la mejor forma es recuperándolos para nuestro libre uso.
Los espacios públicos son por naturaleza, escenarios donde se concretan los preceptos de la democracia; sin embargo, depende de la voluntad política los regímenes de gobierno el acatar o no estos argumentos. En Colombia y concretamente en Bogotá D.C., los espacios y edificaciones donde funciona la sede del gobierno nacional, permanecieron cerrados por muchos años. Hoy, con el cambio de rumbo de la política y del gobierno nacional, se han abierto para el disfrute de los habitantes de Bogotá; esta acción, ratifica que es posible democratizar los espacios públicos para uso y disfrute de la gente.
Estimado Marco Antonio, gracias por escribir. Los espacios públicos deben ser abiertos, y si nuestras autoridades atentan contra nuestros derechos, somos nosotros quienes debemos reclamar y exigir su apertura.
Gracias por escribir.
Saludos.
Aldo