Por Aldo Facho Dede, Arquitecto urbanista.
El jueves 3 de noviembre del 2022 nos dejó un hombre bueno, uno de aquellos que ha hecho de este mundo un lugar mejor. Un ser generoso, idealista y de principios, que trabajó incansablemente por la enseñanza de la arquitectura y la construcción de ciudades más justas.
Arequipeño de nacimiento y limeño por adopción, fundó hacia 1947 junto a un colectivo de jóvenes inquietos y visionarios, bajo la tutela de “Cartucho” Miró Quesada, la Agrupación Espacio, organización desde la cual lideraron la modernización y democratización de la arquitectura bajo los conceptos del Movimiento Moderno, en una sociedad que todavía valoraba los remedos neoclásicos y neovirreinales. Reclamaban una arquitectura de su espacio y su tiempo, coherente con los importantes cambios sociales que se estaban gestando en el país, y tuvieron la audacia y convicción necesaria para poder concretarla, principalmente desde la obra de la Corporación Nacional de la Vivienda, institución creada por el arquitecto Fernando Belaunde Terry.
Adolfo me contaba siempre de aquel viaje a Huarochirí en 1953, promovido por su gran amigo José Matos Mar, en el que decidieron fundar el Movimiento Social Progresista para poder participar de manera activa en política. Si bien la vida del partido fue corta, sus militantes siguieron incidiendo en el desarrollo del país desde diferentes espacios, sobre todo académicos, llegando a fundar el Instituto de Estudios Peruanos.
Su investigación sobre la situación de la vivienda en el Perú (1956), en el marco de los trabajos de la Comisión para la Reforma Agraria y la Vivienda, puso en evidencia las enormes brechas habitacionales de aquel entonces, y su estrecha relación con la situación de pobreza y pobreza extrema de gran parte de la población urbana y rural. Las conclusiones de dicho estudio se mantienen preocupantemente vigentes, así como la ruta hacia una solución sostenible.
«Su legado es tan diverso como basto, y si bien podríamos destacar algunos de sus edificios más notables, proyectados en su mayoría junto a su entrañable amigo “Carlín” Williams, creo que su mayor aporte está en la formación de decenas de generaciones de profesionales, y en los cientos de libros, revistas y textos críticos que nos ha dejado.«
Su legado es tan diverso como basto, y si bien podríamos destacar algunos de sus edificios más notables, proyectados en su mayoría junto a su entrañable amigo “Carlín” Williams, creo que su mayor aporte está en la formación de decenas de generaciones de profesionales, y en los cientos de libros, revistas y textos críticos que nos ha dejado.
Hasta los últimos minutos de su vida estuvo trabajando en proyectos editoriales y notas críticas de opinión, con la convicción de que iban a servir para ayudarnos a valorar nuestra historia y cultura, y a mantenernos atentos en la defensa de nuestros derechos y de la democracia.
Ya te extraño querido amigo, pero siento en el corazón que has dejado tu forma física para volar libremente en tu infinito legado. Eres quizás el último soñador de aquella generación de patriotas que apostaron por la construcción de un país más justo y socialmente sostenible. Queda en nosotros continuar tu trabajo, porque como tú, “tenemos confianza en el Perú”.