Por Melissa Torres Samamé, arquitecta urbanista.
Versión extendida del artículo publicado originalmente en Diario El Correo.
Abril, 2025.

Este año hemos sido testigos de diversos eventos alarmantes vinculados a la inseguridad, extorsión y asesinatos en ciudades como Lima, Piura y Trujillo, pero Chiclayo tampoco ha sido ajena a esta situación. En marzo, una bomba lacrimógena fue detonada en la discoteca Aventura por presunta extorsión, y recientemente fue capturada la banda Los Implacables del Crimen por sicariato y extorsión. Estos hechos, aunque graves, ya no sorprenden.
En cuanto a delitos que asedian al ciudadano de a pie, la Defensoría del Pueblo informó que los puntos críticos delictivos en el casco urbano de Chiclayo aumentaron de 158 en 2022 a 400 en 2023. Además, se señala que la lucha contra la inseguridad está siendo perjudicada por la inoperatividad de muchas cámaras de seguridad. Esta situación supera lo que estamos acostumbrados a escuchar.
Si bien es cierto se han intentado soluciones desde las ciencias sociales y legales, pero los resultados siguen siendo poco alentadores. Es necesario incorporar otras disciplinas como el urbanismo para enfrentar la inseguridad desde un enfoque integral. A través del diseño urbano, se puede contribuir a recuperar la seguridad y el bienestar ciudadano. Pero, ¿cómo puede el urbanismo aportar? Mediante la funcionalidad, el diseño y la gestión de los espacios públicos.
Nos hemos habituado a vivir rodeados de cámaras de vigilancia, casetas de seguridad, patrullaje y alarmas. Por lo que es crucial comprender que la mayoría de los actos delictivos ocurren en el espacio público, especialmente en la calle. Por ello, lo deseable es que sea la propia ciudad la que nos proteja y cuide, ofreciéndonos espacios públicos seguros y amigables.
En esa línea, se necesita redefinir cómo concebimos nuestras ciudades, fomentando el acceso, uso y disponibilidad de espacios públicos de calidad. Esto implica eliminar barreras físicas, evitar la privatización del espacio urbano, mejorar la iluminación y contar con mobiliario que invite a permanecer en él. Necesitamos calles que motiven la permanencia de las personas. Así como se entrena un cuerpo para estar saludable, una ciudad también debe estar preparada para cuidar de nosotros.
Actualmente, el miedo se ha instalado en nuestras ciudades y la seguridad ciudadana parece ausente en la agenda pública. Frente a esto, la ciudadanía debe imaginar y exigir la ciudad que merece, porque vivir con miedo solo contribuye al deterioro de una ciudad que, en lugar de protegernos, se desmorona.