home ciudad, destacados, movilidad CAMINO SEGURO AL COLEGIO

CAMINO SEGURO AL COLEGIO

Por Manuel Madrid Tataje, abogado urbanista

Mayo, 2025

La imagen es tan cotidiana como injusta: un niño de ocho años, mochila al hombro, esquiva un auto que invade la vereda, se asoma temerosamente a una esquina sin semáforo y cruza por entre vehículos que apenas reducen la velocidad. En Lima, como en muchas ciudades del país, la movilidad peatonal sigue siendo un privilegio para los adultos atentos y no un derecho garantizado para los más pequeños. En ese contexto, cabe preguntarse: ¿qué lugar tienen los niños en el diseño de nuestras ciudades? ¿Realmente se piensa en ellos al planificar las calles?

Fotografía propia.

Un reciente esfuerzo desarrollado por la Municipalidad Distrital de Lince nos da una pista alentadora. Bajo el título “Camino seguro al colegio”, este proyecto de urbanismo ciudadano ha sido impulsado en alianza con la asociación MOVEMOS, el Colegio Melitón Carbajal y el Consejo Consultivo de Niñas, Niños y Adolescentes (CONNAEN), como parte de una propuesta ganadora del concurso “Muévete Perú 2024”. Se trata de una intervención urbana ligera, pero significativa, en la que estudiantes identificaron rutas escolares inseguras y propusieron mejoras para hacerlas más transitables, iluminadas y amables.

Una ciudad agresiva, incluso para los adultos.

Pero más allá del ejemplo puntual -meritorio sin duda-, lo ocurrido en Lince desnuda por contraste una verdad inquietante: nuestras ciudades, y Lima en particular, son entornos altamente agresivos para el peatón. Si los adultos corremos peligro en las calles, ¿qué tipo de seguridad le ofrecemos a nuestros niños?

La realidad es clara: no existe en la mayoría de los distritos una política pública seria, sostenida y territorialmente articulada que garantice trayectos seguros para los niños. Las veredas rotas, los cruces peatonales borrados, la falta de semáforos y la nula fiscalización del tránsito convierten los entornos escolares en zonas de alto riesgo. Y lo más grave es que esa situación no es una fatalidad inevitable, sino el resultado de decisiones -o de omisiones- perfectamente atribuibles a autoridades locales y metropolitanas.

Urbanismo ciudadano: una excepción alentadora.

Por eso resulta tan valiosa la experiencia de “Camino seguro al colegio”. El proyecto no sólo busca mejorar mejoras físicas -como pintar pasos peatonales, instalar señalización o renovar iluminación-, sino que pone al centro del proceso a los propios niños y adolescentes como agentes de diagnóstico y propuesta. Esta es, quizás, su mayor virtud: reconocer que la ciudad también se construye desde la infancia.

La participación de estudiantes a través del taller “Exploradores urbanos”, promovido por MOVEMOS, no es una anécdota decorativa, sino una herramienta de empoderamiento. Cuando un niño identifica los peligros de su entorno y propone soluciones, no solo mejora la calle; también aprende a ejercer ciudadanía. Y cuando el municipio escucha y actúa sobre esas propuestas, se restablece la confianza -tan escasa hoy- en el poder transformador del espacio público.

Fotografía propia.

¿Quiénes son MOVEMOS?

MOVEMOS es una asociación peruana impulsada por una empresa internacional desarrollara de proyectos de infraestructura con presencia en Lima, que ha asumido el compromiso de fomentar una movilidad urbana más segura, equitativa y sostenible. Su misión es clara: construir ciudades más accesibles a través de intervenciones de bajo costo, pero de alto impacto, fomentando la participación ciudadana y la equidad en el uso del espacio público.

El Lince, esa alianza se tradujo en un modelo de cooperación virtuosa: colegio, comunidad, asociación y municipalidad trabajando juntos para mejorar el entorno escolar. Una rareza en tiempos en que los gobiernos locales muchas veces optan por megaproyectos sin sentido, ignorando las aéreas prioridades del territorio.

Lo que falta: pasar del ejemplo de la política.

Ahora bien, si el caso de Lince destaca es precisamente porque no es la norma. En la mayoría de los distritos limeños no hay un solo metro de vereda diseñado pensando en los niños. Los ingresos escolares carecen de señalización, los cruces siguen siendo apuestas a la suerte y no existen rutas escolares seguras ni siquiera en los planes urbanísticos.

Resulta paradójico que en una ciudad donde se habla constantemente de “educación como prioridad”, se haga tan poco por garantizar que el trayecto al colegio no sea una pesadilla. Porque defender el derecho a la educación no es sólo hablar de contenidos o infraestructura escolar, sino también de condiciones mínimas de acceso. Y la primera de todas es que los niños lleven lleguen vivos, tranquilos y seguros a sus aulas.

La desidia, la inercia y la falta de visión siguen marcando la pauta en muchas autoridades municipales. Se invierte en cemento, pero no en humanidad. Si gasta en pistas, pero no se protege el peatón. Y así, miles de niños siguen cruzando avenidas sin cruces, caminando por veredas inexistentes o atrapados entre autos mal estacionados, mientras la ciudad se construye de espaldas a su fragilidad.

Hacer ciudad para todos.

El proyecto “Camino seguro al colegio” es una muestra concreta de que se puede hacer urbanismo centrado en las personas. Pero también es un llamado de atención: no basta con celebrar los buenos ejemplos si no se convierten en políticas permanentes. La protección del niño peatón no puede depender de una iniciativa aislada ni de un concurso ocasional. Debe ser parte de una visión metropolitana seria, que entienda que el derecho a la ciudad empieza por los más vulnerables.

Porque, al final del día, una ciudad en la que los niños pueden caminar seguros es también una ciudad mejor para todos, especialmente para las personas vulnerables, como los adultos mayores y las personas con discapacidad, quienes con frecuencia también marginadas y excluidas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *