home ciudad, gobierno, vulnerabilidad COSTA VERDE: UN SOLO ESPACIO, TODOS LOS PROBLEMAS

COSTA VERDE: UN SOLO ESPACIO, TODOS LOS PROBLEMAS

Por Aldo Facho Dede, arquitecto urbanista

Foto: El Comercio.

Cada cierto tiempo somos sorprendidos con alguna noticia en torno a la Costa Verde de Lima, y, salvo  pocas excepciones, suelen ser negativas. El común denominador es que trate de accidentes o de obras hechas de forma aislada, sin visión integral. En diversos artículos hemos hablado sobre los problemas estructurales que hacen inviable este importante espacio, y todos se resumen en una sola palabra: gobernanza.

La Costa Verde, como la conocemos hoy, no existió hasta que en el año 1967 el arquitecto Ernesto Aramburú tuvo la visión de crear un malecón-autopista para descongestionar la ciudad. Para ello, utilizó la tierra que se obtuvo de la excavación de la Vía Expresa Paseo de la República. Antes, sólo había playas en Chorrillos, mientras que en Barranco y Miraflores la gente se bañaba desde el acantilado. Esto explica perfectamente porqué lo único que funciona en la Costa Verde es la vía expresa, que fue vista -desde un inicio- como un proyecto integral.

Los nuevos espacios públicos no corrieron la misma suerte, recién en el año 1995, mediante el Decreto Supremo N° 01-95-MTC, se formaliza la propiedad de dichos espacios a favor de los municipios distritales frentistas, y se crea la Autoridad del Proyecto Costa Verde para elaborar los Planes Maestros que permitan coordinar las acciones sobre ese lugar. Con esta acción, la gestión integral de los espacios públicos se hizo inviable, debido a que se fraccionó la propiedad, y por ende los recursos. Se creó una “Autoridad Autónoma» sin capacidad de ejecución ni real autonomía para ejercer su autoridad.

«En el año 1995 se formaliza la propiedad de dichos espacios a favor de los municipios distritales frentistas, y se crea la Autoridad del Proyecto Costa Verde para elaborar los Planes Maestros que permitan coordinar las acciones sobre ese lugar. Con esta acción, la gestión integral de los espacios públicos se hizo inviable, debido a que se fraccionó la propiedad, y por ende los recursos. Se creó una “Autoridad Autónoma» sin capacidad de ejecución ni real autonomía para ejercer su autoridad.»

Los distritos, que suelen tener recursos muy limitados, ven a la Costa Verde como un espacio de escala metropolitana, cuyos vecinos contemplan, pero no usan de manera efectiva; y que demanda inversiones que están fuera del alcance de su presupuesto. Es por eso que vemos estas enormes plataformas deportivas, playas de estacionamiento, “jardines” donde casi nunca hay gente, o espacios rentados para usos diversos; todo ello sin ningún tipo de visión de conjunto.

A nivel inmobiliario y comercial, el valor más concreto de la Costa Verde es servir de mirador hacia el Pacífico, ello se refleja en el alto valor de los predios frentistas; y en el hecho que algunos desarrollos hayan construido ilegalmente para ganar más metros cuadrados de fachada. El resultado es preocupante… pero claro, como la mayoría mira desde arriba, no le prestan mayor interés.

El sueño casi bucólico de poder tener un malecón a todo lo largo ha fracasado sistemáticamente, y si bien se ha podido gestionar como parte de la vialidad (recordemos que la vía expresa es lo único que funciona), está casi siempre vacío, y cuesta mucho mantenerlo. ¿Por qué? Porque bajar cuesta mucho esfuerzo (y más subir), y no hay incentivos reales para que la gente lo recorra fuera de temporada. Las playas no son las más atractivas para bañarse, y sólo se accede por algunos puntos, mediante escaleras y puentes. Larcomar, el espacio comercial más reconocido de toda la Costa Verde, no llega a las playas.

En cuanto a la seguridad, el tema más crítico es el deslizamiento de piedras del acantilado, que ya se ha cobrado decenas de vidas. Como reacción a ello se han implementado diversos proyectos de “estabilización de taludes”, algunos más efectivos que otros, pero todos bajo una óptica 100% ingenieril: mallas metálicas, geomallas verdes y negras, coberturas vegetales con riego por goteo… llegando a lo más ridículo, que ha sido cubrir de césped artificial una obra de contención de taludes. Si, así como lo leen, césped artificial.

Hasta aquí podríamos pensar que estamos ante un caso perdido, pero dado que el principal problema es de gobernanza, tenemos varios caminos para revertir esta situación. La Costa Verde debe ser tratada como un espacio integral, con una única autoridad que tenga a su cargo la gestión exclusiva de los espacios y predios públicos, las competencias y recursos para planificar y ejecutar las obras, y la autonomía para poder tomar decisiones (como EMAPE con la Vía Expresa Costa Verde).

«La Costa Verde debe ser tratada como un espacio integral, con una única autoridad que tenga a su cargo la gestión exclusiva de los espacios y predios públicos, las competencias y recursos para planificar y ejecutar las obras, y la autonomía para poder tomar decisiones.»

¿Cómo puede ser eso posible? Pueden existir dos caminos: el primero es convertir a la Costa Verde en un gran Parque Zonal, pasando a ser competencia exclusiva de la Municipalidad Metropolitana a través del Servicio de Parques de Lima (SERPAR). Dicha institución debiera fortalecerse a nivel técnico y presupuestal para poder hacerse cargo de tan importante espacio, y de paso mejorar la gestión de los otros parques zonales y metropolitanos. El segundo, creando una institución autónoma encargada exclusivamente de su gestión y administración, como se hizo en Guayaquil con la Fundación Malecón 2000, o en Buenos Aires con la Corporación Puerto Madero. Ambos son ejemplos notables de gestión, y a la fecha mantienen sus funciones.

Entonces, imaginar una Costa Verde como el gran espacio público de la ciudad si ES posible, depende de nosotros ponerlo en agenda y exigirlo a nuestros gobernantes; y a ellos ponerse de acuerdo para encontrar el mejor vehículo para lograrlo.

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