Por Gabriela Vildósola Ampuero, arquitecta
Iquitos, alejada y aislada del resto del país, se ubica en el corazón de la Amazonía peruana y es una de las ciudades más golpeadas por la pandemia COVID-19. La emergencia sanitaria ha evidenciado años de abandono, indiferencia, informalidad y secuencia de malas gestiones.
Era previsible que las medidas adoptadas por el gobierno nacional, para controlar el contagio y contrarrestar los efectos económicos de la cuarentena, no iban a tener los resultados esperados en un país complejo, diverso y con problemáticas distintas.
Los impactos generados en la ciudad son múltiples. A inicios del 2020 el sistema sanitario ya había colapsado debido al dengue y la leptospirosis, y a pesar de que la autoridad regional de salud manifestó, a inicios de marzo, estar preparada para la pandemia, los más de dos mil fallecidos en Loreto (Diresa) muestran lo contrario.
Hacia finales de abril, Iquitos agonizaba por falta de oxígeno, sumado a la escasez de medicinas, la indiferencia del gobierno nacional, la inacción de las autoridades regional y local, y la especulación de precios. En medio de la crisis, la diócesis emprendió una campaña para recaudar fondos para una planta de oxígeno, teniendo una respuesta abrumadora: en 24 horas se superó la expectativa y a la fecha se han comprado tres plantas de oxígeno, medicinas y equipos médicos.
A pesar del dolor, los loretanos demostraron su lado más humano y solidario. Actualmente, la preocupación se centra en las provincias y las comunidades indígenas, que empiezan a sufrir las consecuencias del aislamiento y mayores brechas en infraestructura y servicios de salud. La reacción del gobierno también es tardía.
Los mercados fueron los principales focos de contagio, debido a la aglomeración de personas, la enorme informalidad y las deficientes condiciones sanitarias en las que ya funcionaban. A ello se suma el crecimiento difuso y no planificado de la ciudad, que genera una importante inequidad en la distribución de los equipamientos y servicios, y por ende obliga a las personas a desplazarse más allá de sus barrios.
Como respuesta, después de 75 días de emergencia, las municipalidades comenzaron a instalar mercados itinerantes en distintos puntos de la ciudad, como medida para descentralizar el acceso a productos de primera necesidad.
Quedarse en casa y lavarse las manos como prevención no fue igual para todos. Las condiciones de habitabilidad de las viviendas, con un 71,8% de la población urbana viviendo en barrios marginales o viviendas inadecuadas, un 53% de hogares sin acceso al agua potable, 58% sin servicio de alcantarillado (INEI 2017) y con casi el 80% de la población con vulnerabilidad económica debido a la informalidad laboral (IDS N°405-2020), han hecho que muchos no cumplan el aislamiento social obligatorio y salgan a la calle a salvar su alicaída economía, así como a contagiarse.
Un aspecto positivo fue el generado en el ambiente por la pausa del ruido de las motos (71,500) y mototaxis (61,000), que supera los 90 dB y la mejora de la calidad del aire, al reducirse considerablemente su circulación, equivalente al 98.33% del total de vehículos motorizados (MPM,2019) siendo los mayores responsables de la alta contaminación del aire.
La pandemia debe ser un punto de inflexión hacia la “nueva normalidad” que permita aspirar a una ciudad saludable, resiliente y segura, siendo importante considerar:
- La adecuada planificación del desarrollo urbano sostenible con la variable sanitaria como eje transversal.
- La regeneración del entorno natural y urbano, la ecoeficiencia y la previsión, contingencia y gestión del riesgo.
Una visión integral de la ciudad, más allá de los límites de los 4 distritos que la conforman, es indispensable para la adecuada gestión urbana con un fuerte liderazgo de la autoridad local y activa participación ciudadana fomentando la compacidad, la movilidad sostenible y la vivienda digna y saludable.
Crédito de la imagen: Arquitecto Emilio Santillán. Ciudad de Iquitos, Perú.
Gabriela, no es coincidencia, que casi todos las poblaciones ligadas al corazón de la Amazonía, sean desafortunadamente hoy, las protagonistas de la tragedia humana; la pandemia Covid-19, ha dejado en evidencia las décadas de negligencia gubernamental y falta de liderazgo para impulsar el desarrollo de estas poblaciones ricas en biodiversidad, paisaje y cultura. Igual situación, viven las poblaciones de la Amazonía colombiana, triste espectáculo de abandono.
Interesante su aporte. Gracias.
Muchas gracias Marco Antonio por tu comentario, y por visitar la página.
Lo que dices es doloroso pero cierto, y sobre ello debemos trabajar.
Saludos!
Aldo Facho Dede
Muchas Gracias Marco Antonio. Es necesario que se generen nuevos liderazgos que asuman el reto de logar el desarrollo sostenible de las ciudades amazónicas.
Saludos,
Gabriela Vildósola
Conocedor y haber trabajado 3 años en la Selva Baja del Centro y Nororiente, que ocupa el 60% del teritorio, en los 200 años de vida Republicana nunca tuvo atencion del desarrollo de la selva, como prioridad y fue dejada a su suerte, a pesar de su inmensa vegetacion y pulmon del mundo, muy al contrario Brasil y Colombia, si tienen politicas de subsidieridad e incentivo para el asentamiento y desarrollo de la Selva Un Ejm Manaos desde 1966 se creo la zona Franca y en 50 años logro un desarrollo manufacturero y de autonomia economica de desarrollo y constituyo un polo de desarrollo y alcanzo tener un crecimiento poblacional de 12% anual, y generar 700,000 puestos de trabajo formal, y debia servir de modelo de DESARROLLO SOSTENIBLE Y AUTONOMA DE NUESTRA AMZONIA, cualquer plantemiento infimo solo estariamos arando en el desierto .
Muchas gracias Milton por tu comentario, y por visitar la página.
Lo que dices es totalmente cierto, debemos planificar con plena conciencia de la realidad de nuestra sociedad y territorio, para orientar su crecimiento hacia un mejor mañana.
Saludos!
Aldo Facho Dede
Efectivamente es muy cierto Arq. Gabriela lo que menciona, tuve la oportunidad de visitar Iquitos el año pasado y esta pequeña ciudad presenta muchas vistas interesantes, vegetación, ecosistemas y paisajes inmensamente hermosos en los cuales es muy triste mencionar que este año la selva peruana fue una de los centros epidemiológicos más grandes del Perú. Pues esto es porque lamentablemente ninguna de nuestras ciudades está preparada para formar parte de esta realidad sanitaria, existe un elevado porcentaje en el cual la planificación urbana no está presente y mucho menos se generan los planes de desarrollo sostenible en cada ciudad del Perú. Es responsabilidad del Gobierno Central y los gobiernos regionales así como de los gobiernos locales generar primeramente su base de datos y llevar a cabo sus diagnósticos participativos y llevarlos a fuentes viables considerando propuestas sostenibles, con un trabajo en conjunto teniendo en cuenta la participación activa de la población. Ello es tener una gestión urbana sostenible considerando estrategias sostenibles para mejorar el trabajo en las ciudades y su mejor funcionamiento, en el cual los colegios profesionales deberían estar inmersos en cada problema de las ciudades, para generar ejes de desarrollo enfocado en los temas administrativos, ambientales, económicos, sociales y físico espaciales de cada ciudad.