Por Aldo Facho Dede, arquitecto urbanista
Hace unos días en el diario El Comercio se denunció[1] el estado de las veredas del pueblo joven “Laderas de Chillón”, ubicado en el distrito de Puente Piedra, en las que los peatones deben sortear alturas cercanas a un metro para poder bajar a la pista. Ello, además, sin contar con elemento alguno de seguridad o rampas, lo cual hace inaccesibles las calles para personas con movilidad reducida e incluso puede implicar riesgos para la vida de los transeúntes.
Esta realidad está totalmente fuera de los estándares mínimos indicados en el Reglamento Nacional de Edificaciones (RNE norma GH.020, cap. II, art. 18), motivo por el cual es inaudito que este tipo de obras haya contado con autorización municipal, y mucho menos que haya sido ejecutada por el mismo municipio.
Antes de plantear una solución para el problema, es importante que vayamos un poco más atrás y analicemos el origen de dicho pueblo joven. Como sucede con este tipo de urbanizaciones, el loteo se hizo sin un estudio previo que resuelva los posibles conflictos de niveles y las casas se hicieron antes que las veredas y calles. Por lo tanto, los niveles estaban dados por las puertas de ingreso de las mismas, siendo muy difícil que sin un diseño preliminar estas construcciones hayan seguido una pendiente homogénea dentro de los estándares nacionales.
¿Quién se adapta a quién entonces? Las veredas son más amoldables, pues se pueden generar cambios de pendiente por tramos, permitiéndose incluso que existan mayores diferencias de altura con la pista, siempre y cuando se coloquen dispositivos de seguridad y accesibilidad. Las pistas exigen pendientes más homogéneas, y permiten llegar hasta el 15% en los encuentros.
Pero si se trazan las pistas sin tomar en cuenta los niveles de las veredas, y no se resuelven los desniveles según manda el reglamento, tenemos como consecuencia calles altamente peligrosas e inaccesibles, como sucede en las Laderas del Chillón.
Por otro lado, las veredas siempre deben cumplir los anchos mínimos que exige el reglamento (entre 1,2 y 3 metros dependiendo del tipo de vía), y que garantizan que puedan circular personas a la vez que acceder a los locales, así como conectarse con las pistas mediante rampas. Es importante mencionar que cuando hablamos de “anchos mínimos”, estos deben ser libres de todo obstáculo físico, es decir, libres de postes, barandas, papeleras, puertas, etc., y que las rampas deben permitir que una persona con movilidad limitada pueda desplazarse de forma autónoma.
¿Existe alguna solución para las Laderas de Chillón? Se podría mejorar la situación usando todo el ancho de la calle (incluidas las veredas) para diseñar mejor las rampas y escaleras necesarias para que las personas puedan transitar y acceder a sus hogares, y dejando los anchos mínimos normativos para el paso de vehículos.
Ello se debe hacer respetando los anchos mínimos de las veredas, las pendientes de las rampas y colocando barandas donde haga falta.
Las calles deben conectarse con rampas, y en casos extremos donde no se puede resolver el encuentro, se debe cortar la conexión de las calles utilizando elementos de seguridad que eviten accidentes.
Finalmente, y quizás lo más importante, se deben coordinar las obras entre las diferentes entidades que las generan (municipalidad metropolitana, municipalidad distrital, asociaciones de vecinos, etc.), en el marco de un proyecto integral de diseño urbano.
El mundo está lleno de ciudades en pendiente, la realidad que hemos “descubierto”, y que nos ha indignado, no es producto de la topografía, sino de la ilegalidad e improvisación que terminan por definir la forma de las ciudades que habitamos. Está en nuestras manos revertirla y aportar a la construcción de ciudades inclusivas y seguras.
[1] https://elcomercio.pe/lima/transporte/el-absurdo-diseno-vial-limeno-en-una-sola-calle-notepases-noticia/
Fuente de la imagen: https://elcomercio.pe/lima/transporte/el-absurdo-diseno-vial-limeno-en-una-sola-calle-notepases-noticia/?ref=ecr