Por Aldo Facho Dede, arquitecto y urbanista
El día de ayer el congreso aprobó en primera votación la creación de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU), que tendrá como principal tarea planificar y regular los sistemas de transporte público de la metrópoli, así como promover los procesos de inversión pública y privada destinados a la prestación de servicios, y la construcción de infraestructura vial y complementaria. Actualmente, esas competencias están en manos de la Municipalidad Metropolitana de Lima y la Provincial de Callao, a quienes les serán retiradas, debiendo además de pedir aprobación a la ATU para cualquier inversión o modificación en la infraestructura vial de la ciudad, sea semaforización, diseño o señalización. En otras palabras, el Gobierno Central les quita a Lima y a el Callao autoridad y autonomía sobre sus calles y avenidas, bajo el justificativo de la falta de orden, eficiencia y coordinación de los sistemas de ambas provincias.
Hasta aquí deberíamos todos los limeños y chalacos aplaudir, pues en menos de un año la ATU debiera iniciar sus operaciones, y a partir de ello empezar a resolverse nuestro calvario. Pero, ¿es realmente una solución que un organismo dependiente del Gobierno Central asuma el control de las vías y sistemas de movilidad de la metrópoli? La teoría urbanística y las experiencias exitosas internacionales nos dicen que no, y la razón es bastante simple: la ciudad es un sistema integral, y para que funcione bien debe ser planificado y gobernado en todos sus aspectos por una única autoridad, para que de esa forma las acciones que se generen en cualquiera de sus componentes se reflejen de forma positiva en los otros, multiplicando el bienestar y generando mayor riqueza.
La ATU no es una solución, es una reacción a una deficiente gobernanza municipal, y la renuncia de la actual gestión a planificar la ciudad. Con la ATU se propone actuar sobre un único componente, sin medir el impacto que pueden tener esas acciones sobre el resto de sistemas de la ciudad: zonificación, usos del suelo, equipamientos, servicios básicos, espacios públicos, etc.
Asimismo, se debilita a la autoridad metropolitana, pues se le quitan competencias en uno de los pocos espacios donde tiene pleno gobierno y puede generar verdadera incidencia en la calidad de vida de todos los ciudadanos, ya sea desde la movilidad sostenible, la generación de equipamientos, la provisión de servicios, el incremento de áreas verdes y el mejoramiento del espacio público; generando además un foco de conflicto permanente con el gobierno central.
¿Por qué en vez de crear la ATU no se fortalece el gobierno Metropolitano, sumando en temas de planificación y movilidad al del Callao, incorporando a la AATE (Autoridad Autónoma del Tren Eléctrico) a su administración, y proporcionando presupuestos especiales para la ejecución de las grandes obras que la ciudad demanda? Así funcionan grandes ciudades como Londres, Buenos Aires y Bogotá, que hoy son referentes en planificación urbana y movilidad sostenible. No hay respuestas lógicas para esta pregunta, pero si políticas, pues vale más mantener a la capital de la república en una permanente crisis de gobernabilidad, que el riesgo de dar mayor poder a quien gobierna a un tercio de la población nacional e incide sobre cerca del 40% del PBI (INEI 2016).
No necesitamos una ATU para encaminar el mejor futuro de nuestra ciudad, sino un alcalde con una visión integral, que crea en la planificación estratégica y adaptativa como base estructural del desarrollo, en el transporte público como la columna vertebral de la movilidad metropolitana, y que tenga la suficiente experiencia y coraje para enfrentarse a los poderes y mafias que hoy traban nuestro desarrollo. No muchos candidatos cumplen con ese perfil, es nuestro deber conocerles para apoyarles con nuestro voto, para luego exigirles cumplan con sus planes de gobierno.
Fuente de la imagen: https://rpp.pe/data/el-origen-del-desorden-en-las-pistas-noticia-1069402