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DEL PAISAJE RURAL A LA COSMOVISIÓN RELACIONAL

Por Flavio Vila, arquitecto

Gran Apu Huaguruncho. Foto: Flavio Vila

Una característica importante de las sociedades rurales son sus cosmovisiones y maneras de relacionarse con el mundo. La inclusión del paisaje en nuestros instrumentos de planificación debiera ser la puerta para incluirlas.

En un artículo anterior evidencié la urgencia de plantear un Plan de Desarrollo Rural para los centros poblados (CCPP) rurales, que actualmente son vistos como ciudades minúsculas y no como territorios habitados. Bajo este enfoque equivocado, el Reglamento de Acondicionamiento Territorial y Desarrollo Urbano Sostenible (RATDUS) determina que deben hacerse Esquemas de Ordenamiento Urbano (EU) para dichos CCPP dejando de lado el territorio como lo “no urbano”, en lugar de comprender al territorio como un complemento del CCPP. Los instrumentos de gestión urbana que se obtienen de la elaboración del EU dejan de lado variables muy importantes[1] como, primero, no mencionar interrelaciones ecológicas o ambientales y, segundo, referirse a “intervenciones urbanísticas”, no reconociendo la dimensión rural de estos CCPP. Este enfoque “urbano” y costeño les hace un enorme daño a los entornos rurales, y no sólo no permite comprender la complejidad de esa forma de habitar el territorio, sino que genera instrumentos de gestión que destruyen las difusas interfases entre lo ocupado, lo productivo y lo natural.

“Los instrumentos de gestión urbana (…) dejan de lado variables muy importantes[1] como, primero, no mencionar interrelaciones ecológicas o ambientales y, segundo, referirse a “intervenciones urbanísticas”, no reconociendo la dimensión rural de estos CCPP.”

Probablemente, la diferencia más grande entre una sociedad urbana moderna, como la nuestra, y una sociedad relacional[2], como las rurales, es la manera como perciben el territorio. Ello ha quedado demostrado, por ejemplo, en los conflictos sociales por extractivismo (tema que también he desarrollado en otro artículo previo). Arturo Escobar (2016) sostiene que los modernos imaginan el mundo como una superficie inanimada para ser ocupada mientras que muchas culturas relacionales lo perciben como uno vivo para habitar (p.105). También Escobar (2015) describe que, para estas ontologías, los territorios son espacios-tiempos vitales de interrelación con el mundo natural al generar sinergia y complementariedad entre lo vivo, no-vivo y lo que vivió. Dentro de muchas comunidades indígenas y afrodescendientes de América Latina, esos espacios materiales se manifiestan como montañas o lagos (p. 33) a los cuales se les otorga voluntad propia, política y son sujetos morales (Gudynas, 2014, p. 7). En Perú, a estos espacios materiales animados, los llamamos Apus, Qochas, Cuencas Sagradas, entre otros.

“Probablemente, la diferencia más grande entre una sociedad urbana moderna, como la nuestra, y una sociedad relacional[2], como las rurales, es la manera como perciben el territorio. Ello ha quedado demostrado, por ejemplo, en los conflictos sociales por extractivismo.”

Independiente de la formación ontológica y epistemológica desde la cual percibamos el mundo, el territorio representa un espacio físico y debe ser incluido en la planificación y el ordenamiento espacial. Sin embargo, en una realidad donde nuestra normativa se redacta desde una perspectiva de Estado-nación, es decir de Lima para el Perú, ¿Cómo logramos que estos espacios materiales animados, importantes para otras cosmovisiones, no sean vistos como territorios a ocupar dentro de nuestros instrumentos de planificación? En concreto, ¿Cómo logramos que un Apu no sea dinamitado para dar lugar a un tajo abierto minero?

“(…) en una realidad donde nuestra normativa se redacta desde una perspectiva de Estado-nación, es decir de Lima para el Perú, ¿Cómo logramos que estos espacios materiales animados, importantes para otras cosmovisiones, no sean vistos como territorios a ocupar dentro de nuestros instrumentos de planificación? En concreto, ¿Cómo logramos que un Apu no sea dinamitado para dar lugar a un tajo abierto minero?”

Un concepto que puede unificar la importancia de estos espacios geográficos es el paisaje. Este es, esencialmente, la construcción social o representación cultural que nos hacemos de una determinada realidad física (Nogué, 2008). El paisaje es también entendido visualmente y cada mirada crea un “lugar ideal” dentro de nosotros (Milani, 2008, p. 58), “es naturaleza que se revela estéticamente” (Simmel, 1913, págs. 635-644). Por esta razón, este concepto se convierte en un campo de acción donde todas las ontologías se pueden relacionar a partir de una misma herramienta compartida: la visual.

Un instrumento que trabaja bajo esta mecánica de visuales y que podemos tomar como ejemplo es la Guía Metodológica para Estudios de Paisaje de la Generalidad Valenciana[3] que tiene como objetivo orientar los futuros desarrollos urbanísticos y territoriales para preservar los paisajes característicos, la identidad del lugar y la Infraestructura Verde[4] de su territorio. La guía propone desarrollar el estudio en 4 etapas mediante el análisis visual: 1) Definir un ámbito de paisaje alrededor de un CCPP, 2) Organizar este ámbito en unidades de paisaje según sus componentes principales, 3) Valorizar las distintas unidades con el fin de establecer objetivos para cada una y 4) Establecer una propuesta de paisaje. Esta propuesta se basa en definir los espacios libres de edificación (Infraestructura Verde), establecer zonas no urbanizables por riesgo, tener un catálogo de paisaje, normar que usos se pueden dar en cada unidad y los programas de paisaje.

“Un concepto que puede unificar la importancia de estos espacios geográficos es el paisaje. Este es, esencialmente, la construcción social o representación cultural que nos hacemos de una determinada realidad física (Nogué, 2008). (…) este concepto se convierte en un campo de acción donde todas las ontologías se pueden relacionar a partir de una misma herramienta compartida: la visual.”

Es así como se vuelve muy complicado que un estudio de esta clase tenga lugar dentro del enfoque urbano de un EU, pues este justamente nace desde una ontología racional y moderna donde el territorio es un espacio para ocupar. Esto evidencia nuevamente la necesidad de un Plan de Desarrollo Rural que, mediante el estudio del paisaje, tenga el habitar del territorio y la Naturaleza como principal eje, y concluya en propuestas a escala como son definir unidades de paisaje para ecoturismo, Mecanismos de Retribución por Servicios Ecosistémicos (MERESE), gestión del riesgo, seguridad alimentaria y, sobre todo, conservación de nuestros Apus, nuestras Qochas y nuestras Cuencas Sagradas.

“(Se evidencia) la necesidad de un Plan de Desarrollo Rural que, mediante el estudio del paisaje, tenga el habitar del territorio y la Naturaleza como principal eje, y concluya en propuestas a escala como son definir unidades de paisaje para ecoturismo, Mecanismos de Retribución por Servicios Ecosistémicos (MERESE), gestión del riesgo, seguridad alimentaria y, sobre todo, conservación de nuestros Apus, nuestras Qochas y nuestras Cuencas Sagradas.”


[1] Artículo 45 del Decreto Supremo N° 022-2016-VIVIENDA “RATDUS”: “El EU contiene lo siguiente: 1. El diagnóstico urbano […] considerando sus interrelaciones físicas, sociales, económicas y políticas […]. 2. La clasificación del suelo para orientar las intervenciones urbanísticas. 3. El esquema de zonificación y vías primarias […] 4. La clasificación vial […] 5. Las medidas de prevención y reducción del riesgo […]. 6. El Programa de Inversiones Urbanas […].”

[2] Una ontología relacional es aquella en la que nada preexiste a las relaciones que la constituyen. En estas, la vida es interrelación e interdependencia de principio a fin, siempre y en todo momento. Es decir, en lugar de separación entre los dominios biofísicos humanos y sobrenaturales, hay una continuidad. El individuo no se separa de la comunidad, como sí sucede en el Occidente Moderno, sino que las personas existen en relación con las demás, los ancestros, los seres espirituales, los seres naturales, etc (Escobar, 2016, p. 121).

[3] Conjunto de instituciones de autogobierno de la Comunidad Valenciana, España. A partir de su Ley de Ordenación del Territorio y de Protección del Paisaje, los Estudios de Paisaje se han vuelto un requisito para los Planes Generales de Ordenación Municipal (equivalentes a los PDUs) y los Planes de Acción Territorial (equivalentes a los PATs).

[4] Espacios con valores ambientales, paisajísticos y patrimoniales que resulten necesarios para mantener los procesos ecológicos básicos del territorio.

Bibliografía

Escobar, A. (2015). Territorios de diferencia: la ontología política de los “derechos al territorio”. Cuadernos de Antropología Social(41), 25-38. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/1809/180942587002.pdf

Escobar, A. (2016). Autonomía y Diseño. La realización de lo comunal. Popayán: Editorial Universidad del Cauca.

Generalitat Valenciana. (2012). Guia metodológica. Estudio de paisaje. Valencia: Consellería de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente.

Gudynas, E. (2014). Ecologías políticas. Ideas preliminares sobre concepciones, tendencias, renovaciones y opciones latinoamericanas. Documentos de trabajo(72).

Milani, R. (2008). Estética y crítica del paisaje. En J. Nogué, El paisaje en la cultura contemporánea (págs. 45-66). Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.

Nogué, J. (2008). Introducción. La valoración cultural del paisaje en la contemporaneidad. En J. Nogué, El paisaje en la cultura contemporánea (págs. 9-24). Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.

Simmel. (1913). Philosophie der Landschaf. Die Güldenkammer Norddeutsche Monatshefte(3), 635-644.

7 thoughts on “DEL PAISAJE RURAL A LA COSMOVISIÓN RELACIONAL

  1. Acertado punto de vista, la vida rural no se circunscribe a un centro poblado si también a la olvidada vivienda dispersa la cual está negada a intervenciones de mejora de condiciones básicas como agua potable, desagüe y energía, se sabe que el poblador permanece el mayor tiempo de su ahi, siendo la vivienda del centro poblado su despensa o vivienda para los niños por su cercanía a la escuela. Los planes de desarrollo rural deben ser concebidos para acercar los servicios basicos, educación, salud, etc. a la población rural respetando su particular relación con su entorno, completamente distinto a una cuidad.

  2. Acertado punto de vista, la vida rural no se circunscribe a un centro poblado si también a la olvidada vivienda dispersa la cual está negada a intervenciones de mejora de condiciones básicas como agua potable, desagüe y energía, se sabe que el poblador permanece el mayor tiempo de su vida en ella, siendo la vivienda del centro poblado su despensa o vivienda para los niños por su cercanía a la escuela. Los planes de desarrollo rural deben ser concebidos para acercar los servicios basicos, educación, salud, etc. a la población rural respetando su particular relación con su entorno, completamente distinto a una cuidad.

    1. Muchas gracias Rocío por tu comentario, coincidimos en la importancia de reconocer lo “rural” como una dimensión distinta a la urbana del habitar.
      ¡Saludos!
      Aldo Facho Dede, editor principal.

  3. Deberíamos tomar en cuenta el ejemplo de Suiza. Los cantones son el eje principal en la toma de decisiones para mantener una convivencia de la civilizacion con la naturaleza. Cada decision que toman es en base a procesos de democracia directa donde ellos deciden en sus propios cantones el cuidado de los ecosistemas donde habitan. Su cultura es muy fuerte. Por que han eliminado el centralismo.

    1. Muchas gracias Juan Carlos por tus comentarios. Puedes encontrar otros artículos de Flavio sobre este tema en la página.
      ¡Saludos!
      Aldo Facho Dede, editor principal.

  4. Muy buen enfoque de un tema que se ha ninguneado durante cientos de años en el supuesto beneficio de un mejor habitat urbano; cuando lo que necesitábamos era encarar, como bien se menciona aquí, la realidad total, que comprende lo urbano, lo rural, la modernidad y lo ancestral. En estas épocas de grandes lecciones recibidas, no estaría nada mal redireccionar nuestros esfuerzos planificadores, porque ya vimos y, espero, hayamos entendido, que vivir y trabajar de espaldas a la naturaleza y sus grandes aportes, nos reduce tremendamente las posibilidades de subsistencia.

    1. Muchas gracias Enrique por tus comentarios. Puedes encontrar otros artículos de Flavio sobre este tema en la página.
      ¡Saludos!
      Aldo Facho Dede, editor principal.

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