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¿QUÉ HAY DE COMÚN ENTRE MIRAVE, TROYA Y BELÉN?

Por Aldo Facho Dede, arquitecto urbanista

Mirave después del paso del Huayco (2019)

Llevamos semanas intentando entender por qué en Mirave, luego del huaico del 2015 y el proyecto de reubicación del pueblo, otra vez volvemos a lamentarnos de pérdidas humanas y materiales sucedidas por el mismo fenómeno.

Algunos especialistas y articulistas han intentado explicar la situación, argumentando una mezcla de apego al lugar, de ausencia de recursos para afrontar una mudanza, y de irresponsabilidad ante los eminentes riesgos.  ¿Serán esas las razones de fondo, o existen otras que vinculan el caso de Mirave con otros aparentemente no similares?

Cuando Heinrich Schliemann descubrió Troya (1871) no descubrió una ciudad, sino una decena de ciudades superpuestas, construidas una sobre otra.  ¿Por qué esas sociedades insistieron durante siglos en ocupar ese lugar, sabiendo que iban a ser asediados y, en algún momento, devastados?

¿Por qué los ciudadanos que habitan precariamente en la ciudad de Belén, Iquitos, insisten en volver a sus viviendas a pesar que el Ministerio de Vivienda les ha construido un pueblo en una zona “segura”? ¿Qué hay de común entre Mirave, Troya y Belén?  Hay una variable que se ha dejado de lado, y que considero es indispensable incorporar al análisis: la natural búsqueda de riqueza.

Edward Glaeser en su libro “El Triunfo de las Ciudades”[1], postula que las ciudades son el mejor lugar para vivir si uno es pobre (p.358). La afirmación se basa en el hecho de que las personas dejan su tierra en búsqueda de un mejor bien, por más primario que ello sea, poniendo incluso en riesgo sus vidas.

Las ciudades son, principalmente, nodos de intercambio, y como tales generan y concentran riqueza, en cualquiera de sus formas.  Desde esa lógica, ¿dónde buscaré ubicarme si voy en su búsqueda? La respuesta es bastante obvia: lo más cerca posible al lugar donde se genera. Troya era la puerta de entrada desde el Mar Egeo al Mar Negro, y por eso fue ciudad. Belén es el mercado más grande de Iquitos, y también por eso es ciudad.  Mirave está en el cruce de tres importantes quebradas, y por eso es ciudad.

Esquema de ubicación de las ciudades de Mirave, Troya y Belén (fuente: Google earth)

En un informe elaborado por Zenaida Condori para El Comercio[2] sobre lo sucedido en Mirave, se señala que “en esta localidad (…), hace 198 años se libró el Combate de Mirave, durante la Guerra de la Independencia; y en 1883 la Batalla de Mirave, en la resistencia contra los chilenos.” ¿Es mera coincidencia? Evidentemente no. Entonces, ¿en qué nos estamos equivocando al analizar la tragedia de Mirave? ¿Cómo resolver la reubicación del pueblo con la certeza de que sí funcione?

Tratar el problema del asentamiento de poblaciones en zonas de riesgo solamente desde un enfoque de prevención no es suficiente. No por nada las casas que se construyeron en el denominado “Alto Mirave” luego del huayco del 2015 fueron abandonadas poco tiempo después, y recién se han vuelto a ocupar después de la reciente tragedia.

Para que las personas no vuelvan a ocupar Mirave se debe inhibir su esencia económica. Para ello se necesitan desconectar las cadenas que le dan valor, y conectarlas en un emplazamiento más seguro.  ¿Es eso posible? Si eso no se da, se corre el riesgo de que, luego de la reubicación de los vecinos, otros vuelvan a ocupar el pueblo, como ya ha sucedido en casos similares. Por ello, la respuesta no está solo en la “reubicación”, sino en el entendimiento de la estructura económica y social que hace al lugar.  Es decir, en la implementación de nuevas estrategias de urbanización en zonas seguras pero conectadas con las cadenas de valor.

En este sentido, el legado que debiera dejarnos la “Reconstrucción con Cambios” es entender que somos un país de cuencas, que esa es la base de nuestra riqueza.   Partiendo de ello, podremos diseñar sistemas de urbanización seguros, consecuentes con nuestro territorio y ambiente, como lo hicieran siglos atrás nuestros antepasados.

Estamos a tiempo, siempre vamos a estar a tiempo, pues la naturaleza se regenera cíclicamente.  La pregunta es ¿cuántas vidas estamos dispuestos a sacrificar hasta tomar consciencia de la verdadera complejidad del problema?

 

[1] Edward Glaeser, “El Triunfo de las Ciudades”. Santillana Ediciones Generales, S. L., 2011. Madrid, España.

[2] Zenaida Condori, “Tacna: Mirave, el pueblo fantasma tras el huaico.” https://elcomercio.pe/peru/tacna/tacna-mirave-pueblo-fantasma-huaico-cronica-noticia-606740

Fuente de la imagen: https://www.argentinosonline.com/internacionales/tragedia-en-peru-por-avalanchas-de-barro_a5c62f42f2bd2e60ad7e231a2

 

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