Por Álvaro Espinoza Benza, economista investigador.
Publicado originalmente en El Comercio
Hace unos días, la viceministra de Vivienda y Urbanismo anunció la intención de su ministerio de aprobar en el corto plazo una serie de dispositivos legales que facilitarán la producción de vivienda formal en el país. Dado el enorme déficit habitacional que existe, hay que felicitar este esfuerzo, tantas veces postergado, por promover una mayor oferta de vivienda de interés social (VIS) adecuada y asequible.
Sin embargo, como en todo mercado, para que haya más oferta debe existir más demanda. En principio, la demanda por vivienda existe: en el Perú urbano se forman poco más de 140.000 hogares nuevos al año. El problema es que cerca de 100.000 de estos terminan habitando viviendas producidas informalmente –en su mayoría precarias, sin servicios básicos ni infraestructura urbana adecuada– o simplemente pasan a formar parte de la población que vive en condiciones de hacinamiento.
“(…) en el Perú urbano se forman poco más de 140.000 hogares nuevos al año. El problema es que cerca de 100.000 de estos terminan habitando viviendas producidas informalmente –en su mayoría precarias, sin servicios básicos ni infraestructura urbana adecuada– o simplemente pasan a formar parte de la población que vive en condiciones de hacinamiento.”
Solemos asumir que este tipo de “solución habitacional”, que condena a vivir en la precariedad por décadas en ciudades cada vez más caóticas, es casi inevitable debido a la poca capacidad de pago de los hogares de bajos recursos. Sin embargo, según nuevas estimaciones de GRADE, esto no se ajusta a la realidad.
Tomando como referencia el ingreso promedio familiar de los niveles socioeconómicos (NSE) que pueden acceder a los bonos Techo Propio para adquirir una vivienda nueva (C2, D y E); aplicando las condiciones de inicial, plazos y tasas de interés del mercado; y asumiendo que los hogares pueden pagar un tercio de sus ingresos como cuota mensual (como estipula ONU-Habitat), podemos estimar cuál es la capacidad de compra promedio de cada sector. Para el caso de Lima, esta estimación arroja que los hogares en los niveles de ingreso más bajos (C2, D, y E) podrían pagar entre S/ 90.000 y S/107.000 por una vivienda nueva. Los resultados para ciudades de provincias, aunque menores, son bastante similares, lo que significa que la capacidad de compra de vivienda de la mayoría de la población se encuentra por encima de lo que cuesta producir una vivienda de interés social en Sudamérica: entre S/50.000 y S/70.000.
“Para el caso de Lima, esta estimación arroja que los hogares en los niveles de ingreso más bajos (C2, D, y E) podrían pagar entre S/ 90.000 y S/107.000 por una vivienda nueva. (…) para ciudades de provincias, aunque menores, son bastante similares, lo que significa que la capacidad de compra de vivienda de la mayoría de la población se encuentra por encima de lo que cuesta producir una vivienda de interés social en Sudamérica”
Para que esto ocurra, sin embargo, se requiere que las tres piezas del financiamiento de la vivienda nueva estén presentes: i) el ahorro de los hogares, con el que pagarán la inicial; ii) el bono Techo Propio, que paga parte del valor del inmueble; iii) el crédito hipotecario. Según nuestro estudio, actualmente las familias que optan por adquirir un lote precario informal, sin ningún servicio básico, pagan en promedio más de lo que costaría cancelar una inicial. Por su parte, el bono Techo Propio está ahí, listo para ser utilizado precisamente por las familias en cuestión. El problema se encuentra entonces en el crédito: los sectores con menos recursos suelen trabajar en la economía informal, y en su mayoría no son sujetos de crédito formal –a pesar de que estén en condiciones de pagarlo–. Y dado que el crédito representa al menos el 50% del financiamiento total requerido, sin este la adquisición de vivienda formal se hace imposible.
“(…) el bono Techo Propio está ahí, listo para ser utilizado precisamente por las familias en cuestión. El problema se encuentra entonces en el crédito: los sectores con menos recursos suelen trabajar en la economía informal, y en su mayoría no son sujetos de crédito formal –a pesar de que estén en condiciones de pagarlo.”
En suma, los 100.000 hogares que adquieren viviendas informales cada año no lo hacen porque quieren –nadie elige vivir en la precariedad– sino porque la falta de acceso al crédito no les deja ninguna otra opción. Este cuello de botella involucra a todo el sistema financiero nacional. Si no se logran encontrar soluciones integrales para que muchas más familias puedan acceder a un crédito hipotecario, el Perú seguirá pagando los enormes costos del desarrollo urbano informal: pésima calidad de vida, ciudades improductivas y riesgosas, y tantos otros horrores que la actual emergencia sanitaria ha puesto al descubierto.
“En suma, los 100.000 hogares que adquieren viviendas informales cada año no lo hacen porque quieren –nadie elige vivir en la precariedad– sino porque la falta de acceso al crédito no les deja ninguna otra opción. Este cuello de botella involucra a todo el sistema financiero nacional.”
El programa MI VIVIENDA tiene costos muy altos, un ejemplo por un dpto de 75 m2 cuyo valor la constructora le da de 190,000 soles, tendríamos que pagsr financiado con un banco a pesar que el gobierno de un bono entre 1800 y 2000 soles mensuales por 20 años, ello es imposible. Vivo en el CH de Lima quisiéramos que el gobierno central ejecute una verdadera RENOVACIÓN URBANA aqui en el centro de la ciudad para nosotros quienes pedimos VIVIENDAS ADECUADAS DE INTERÉS SOCIAL
Estimada Rosa, lo que mencionas es la realidad de gran parte de las y los peruanos. La propiedad no debiera ser la única opción para poder acceder a una vivienda digna, el alquiler funciona muy bien cuando hay un marco legal que proteja al inquilino y propietario. El Cercado de Lima es un distrito muy complejo, concentra gran parte de las viviendas precarias de la ciudad, con familias viviendo hacinadas y en edificaciones con alto riesgo de colapso. Por otro lado, alberga al Centro Histórico de Lima, patrimonio mundial, pero con importantes problemas para poder preservar las edificaciones y espacios catalogados. Todo eso se cruza, y, al final, perdemos todos.
Ustedes tienen como alcalde distrital al alcalde metropolitano, allí tienen un canal directo para consultar y participar en las propuestas que se estén diseñando para mejorar la calidad de vida integral de los vecinos.
Saludos.
Aldo Facho Dede, editor principal.
No existe en el Perú una verdadera Política Nacional de Vivienda. Lo que tenemos en este momento es, realmente, el apoyo a las inmobiliarias para que las familias terminen adquiriendo las viviendas, que por su elevado precio de venta se han quedado sin venderse. Por lo menos 60,000 unidades de vivienda existen actualmente en stock. El gobierno ha creado un sistema para lanzarse el salvavidas a las inmobiliarias que sin un adecuado estudio de mercado y acogiéndose a una norma creada exprofeso para rentabilizar su inversión, se han dedicado a construir verticalmente, apoyándose en otra supuesta necesidad de incrementar la densidad de nuestras ciudades, deteriorando el perfil urbano de muchas zonas urbanas, sentando negativos precedentes de consolidación urbana y zurrándose, literalmente, en los planes de desarrollo urbano distritales. Una verdadera política de vivienda tendría que considerar financiamiento de la vivienda desde cajas de ahorro y préstamo municipales, en terrenos de expansión urbana cedidos por el gobierno, directamente, a las municipalidades y con la supervisión directa de Consejos Municipales de Vivienda. Sí pues, son demasiadas cosas juntas, pero si se quisiera solucionar realmente el problema, tendrían que tomarse en cuenta.
Muchas gracias Enrique por tu comentario. Son varios los aspectos que, como bien señalas, impactan en el mejor soporte a la población para que puedan acceder a viviendas dignas.
Aldo Facho Dede, editor principal.
El Perú es un pais como muchos, de economía neoliberal. Que se sostiene en una economía subterranea informal. Estan equivocados en este artículo al decir que:»nadie elige vivir en la precariedad». Al contrario, es fundamental escoger la precariedad para sobrevivir.
Tener una vivienda formal, tener un negocio o una pequeña empresa formal es pagar impuestos. En un pais donde hay una presion tributaria contra los mas pequeños y donde se exonera a los mas grandes, los mas pequeños van a buscar su propia exoneración tributaria.
Si va a comprar algo de nada le vale boleta o factura, al contrario exije una rebaja en el precio de lo que va a comprar a cuenta de no exigir boleta o factura, con lo que ambos se ahorran el 19% de IGV.
En las viviendas «precarias» vas a encontrar un taller de confecciones de moda, un taller de bordados computarizados, o una bodeguita, una panaderia artesanal, un carrito sanguchero asoma por la puerta de una de estas viviendas. Este es el verdadero motor de la economía, ellos mismos se forjan su «bono de techo propio». El Gobierno hace las cosas al revés, primero coloca el techo y luego quiere hacer las bases. Lo correcto sería facilitar la obtención de la base: el lote propio, inscrito en RR.PP. Luego de cancelarlo se hace la entrega o pueden financiarlo de la misma forma como lo hacen con el auto o el smart phone. Con la pandemia va a aumentar la precariedad.
Muy claro Juan Carlos, debemos comprender y visibilizar esa realidad para poder aportar de forma integral al mejoramiento del habitar.
¡Saludos!
Aldo Facho Dede, editor principal.